miércoles, 28 de septiembre de 2011

La isla bonita!!!!

Ya no sé ni en que capítulo de esta aventura me quedé, siento estar tan perezosa para escribir, no creáis que no me acuerdo de todos lo que estáis al otro lado, pero la verdad es que la mayoría de los días cuando llego a mi camita ya tengo los ojos cerrado y no tengo fuerzas para nada.

Intentaré resumir lo que he vivido casi en todo este mes, desde que volví de Machu Picchu.

Tras pasar un par de días más en el cusco como dicen allá, me fui hacia el sur, el siguiente destino el Lago Titicaca, así que un bus destino Puno, llego a la ciudad por la noche y no parece muy amistosa, las calles estrechas llenas de gente, y puestos callejeros. No sé si lo había dicho ya, pero la gente en Perú vive en la calle, mucho más que los españoles, es increíble, o nadie tiene nada que hacer o todos se las ingenian para pasar el día en la calle.

Es verdad que hay mucho ingenio y hay mucha oferta callejera de cualquier cosa que uno pueda necesitar.

Encuentro una cama en un lugar lgo fantasmagórico, solitario, y viejo, es algo que no logro entender, por qué nadie invierte el dinero que saca al turista en mejorar su negocio, los hoteles están viejos, lo que me hace pensar que aquí debió haber un momento de esplendor o de gran demanda turística por que se construyeron hoteles grandes pero desde entonces, y entonces debió ser “hace mucho tiempo” nadie ha pensado reinvertir las ganancias.

Porque hay otra regla no escrita y es que “el turista tiene dinero” de acuerdo que para un Europeo por ejemplo, al cambio de moneda todo es menso caro que en su país, pero aun así aquí todo se triplica o cuadruplica si es para el turista, pero no va en la misma proporción la calidad.


Por donde iba? Ah, sí, llegue a Puno, lugar feo feo feo, para visitar las islas flotantes de “lo Uros” y la isla Taquile en el Lago Titicaca.

Así que por la mañana temprano, y tras tres largas y aburridísimas horas por el lago-mar para mí, llego junto a un montón de turistas a las islas flotantes de los Uros. Aquello es un show en toda regla, sin luces y serpentinas, algo más austero pero montaje al final.

Lo más bonito de este lugar fue el festival de danzas tradicionales representado por todo el pueblo, por niños de diferentes escuelas, las 10 priemras estaban bien, pero después de una hora viendo niños pasar, con la misma musiquilla, y con cada vez menso entusiasmo en sus bailes, ya empezó a resultar cansino. aun así, reptio, lo mejor de Puno.







Cada isla flotante se prepara para recibir a un grupo de turistas, en ella esperan las mujeres vestidas con sus llamativos vestidos cantando una canción indescifrable, hasta el párrafo que han adaptado para los “guiris” en el que empiezan a cantar…”vamos a la playa uo ooohhoo, vamos a la playa…uuuuuuhhhjuuu”

Tras es shock de la canción , el jefe de cada isla, o presidente como él se denomina, nos muestra cómo se construye una isla flotante y nos muestra una maquetita muy mona toda hecha de totora, como su islas, sus casas y muebles que son las pajas que crecen en el lago, perfectas para mi tamaño, la verdad. Después nos intentan vender esas miniaturas, claro, y por supuesto hay algunos turistas que van a volver al barco con unos cuantos bonitos y llamativos adorno que cuando lleguen a su casa pensarán, para que habré comprado esto???


Después de esta función, nos dirigimos la isla de Taquile, que poco más tiene de interesante que las vistas que hay del lago desde la cumbre de la misma, por lo demás n hay nada más que ver o hacer aquí.

Vuelta a Puno, destino Copacabana, lo que implica pasar a Bolivia, despedirme de Perú, país en el que llevo más de un mes…

Paso la frontera Boliviana sin problemas, al parece no les extraña ver a  una ratita con su mochila bajar de un bus, está bien. Bueno si tenemos en cuenta que su plato favorito es el cuy, es decir el conejo de Indias, lo mejor que me puede pasar es que no se fijen en mí o me servirán de cena.

En Copacabana visito el Lago del otro lado, y aun más inmenso, creo que al visitante no le sorprende tanto la altura, que esté a 3800m sobre el nivel del mar, por que no es muy consciente a no ser que quiera jugar a futbol o echar unas carreras y entonces descubrirá que ha comido demasiado en las vacaciones o que de verdad la altura es un hándicap si quieres ser deportista aquí.

Pero lo que de verdad sorprende es la inmensidad, no ver el otro lado, es inevitable pensar que uno tiene delante el mar, no un lago.



   


Y hasta aquí el lago, hasta aquí la calma, porque lo que viene después es el caos, la contaminación, el ruido, más gente, más gente y más caos, llego a La Paz, Bolivia, un cambio radical.

1 comentario:

  1. Yo no me creo lo de las islas flotantes, ahí hay tongo seguro!!!! Seguro que debajo de cada una hay una balsa por lo menos jeje

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