Llega un momento en la vida de todo pequeño humano, en el que se dan un paso hacia un personita un poco más "mayor", el primer diente que se cae.
En ocasiones la expectación puede durar meses, el diente está ahí, bien agarrado a las encías, pero los humanos bajitos saben que cuando un diente se cae hay una cambio, se sube un peldaño en el escalafón social del colegio, en el grupo de amigos, el primero que pierde un diente, siempre y cuando no sea por lo que nosotros los ratones llamamos "un piñazo", le otorga al susodicho un nuevo rango. un nuevo estatus, el mellado es el líder por unos días...
Que diferente es la sensación cuando el que pierde un diente es ya adulto, y lejos de adquirir ese estatus de prestigio, lo que asume es una vergüenza humillante que le lleva a un centro médico de urgencia para que subsane cuanto antes el problema.
Esta ratita ha presenciado escenas muy dramáticas al lado de algunos adultos que han sido víctimas de estas pérdidas, en ocasiones por causa de un golpe de "mala suerte" otras mientras degustan un rico manjar, no siempre de algo duro o correoso, a veces una rica y suave sopa les arrebata esa pequeña pieza que forma el collar de dientes que adorna su bonita boca...
Y es que los humanos tienen un problema con el tema de los dientes, si son muy grandes por grandes, si pequeños por pequeños, se los blanquean, les ponen fundas, los liman y abrillantan, y al final se caen..
Por eso a los roedores nos gusta mucha más la actitud de los humanos bajitos, que festejan la pérdida de los dientes de leche, y es El Ratoncito Pérez quien se encarga cada noche de recoger miles de dientes de niños de todo el mundo, y cargar con ellos.
La Ratita ha diseñado esta cajita para que los niños y niñas del mundo dejen el diente dentro para El Ratoncito Pérez, y él dejará un regalo dentro, A cambio del diente el Ratoncito Pérez deja a los niños una moneda, como transacción y por gratitud, por compartir ese diente que será de gran utilidad, los dientes llegan a una planta de reciclado de dientes de leche, rallados hasta parecer azúcar, que servirán para elaborar nubes de colores, dulces y muy resistentes, tanto como para poder colgar de ellas columpios tan tan altos que todos aquellos que suban a las nubes de colores, monten en su columpio y se impulsen hacia el cielo, podrán acariciar con los dedos de los pies la luna y tintinear las estrellas.
Y por eso cada noche les deseamos Dulces Sueños!!!