viernes, 22 de julio de 2011

Días de relax, y buena vida.



El paso por Búfalo, mejor no lo voy a contar, porque prefiero dejarlo atrás.
Para una pequeña ratita como yo ha sido un “shok” que mejor no recordar, una ciudad fantasma, un pueblo poco amistoso, y un viaje eterno para llegar hasta allí desde Washington, seguido de tres días sin ducha ni una cama, ni una cajita de zapatos confortable para este pobre cuerpecillo.
La visita a las “Niágara Falls” salvó el viaje.


Después de eso otro largo, largo largo viaje hasta Bostón, con una sola idea en mi mente, encontrar una ducha, y una cama, así que lo primero que hice al llegar a Boston fue esto, en ese orden, ducha, comida dormir, y después de eso, a ver que me quiere regalar esta ciudad.
Para sorpresa mía, fue genial una ciudad muy europea, con muchas construcciones de estilo Inglés, gran influencia de la invasión que tuvo esta ciudad. Pasear por cualquiera de sus calles es muy agradable, hay estudiantes por todas partes, lo que da mucha vida, y muchas nacionalidades, muchos estudiantes europeos…

El Market que hay en el puerto es muy bonito, con tiendas de moda, y muchos restaurantes y puestos de comida con una pinta exquisita, el precio, eso es otro tema, nada es barato aquí.
Tras una vuelta de reconocimiento por todos eso puestos decido que es hora de dar algún caprichillo a esta ratita, y tengo que probar la famosa Langosta, tal vez este exceso me tenga durante una semana comiendo solo una manzana al día, pero tengo reservas, no será problema, y así preparo mi “body” para las playas de California, como dice mi querida Manuela Suspiros.






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