domingo, 11 de septiembre de 2011

MACHU PICCHU

Creíais que había desaparecido? nooo!!! es que no tengo tiempo, mis patitas o dan para más, y con este frío muchomenos...

Para los que andáis despistados, llegué a Cusco de Arequipa tras un largo viaje en bus de más de 12 horas, con la calefacción a tope, casi me convierto en rata asada…atravesando un desierto de polvo y arena que entró en el bus, haciendo insoportable el ambiente.

Pero eso quedó atrás.







 
El día 3 de septiembre esta servidora inició una aventura, que jamás hubiera pensado que sería tan dura, durante cuatro días y tres noche, haría cual inca del siglo XXI el original “Inca trail” un paseo por la montaña para algunos, un duro peregrinaje hasta la montaña sagrada de Machu Picchu para esta humilde servidora que sufrió de lo lindo en alguna etapas del camino…

Mientras caminaba pensaba, cómo podría contaros esto, cómo puedo transmitir lo que estoy viviendo, y tras darle muchas vueltas, me di cuenta de que es imposible, porque cada uno de los 200 caminantes que estábamos allí vivíamos una andadura diferente, cada uno llevaba sus circunstancias personales habría quien solo quería llegar, un reto, ser el primero en entrar en la ciudadela de Machu Picchu, habría quien lo hiciera como una promesa, o que solo fuera acompañando a alguien para quien aquello era muy importante, o solo había sido el destino de vacaciones, o tal vez montañeros que buscan retos o subir montañas de todo el mundo, lo cierto es que cada una de esas personas podría contar una experiencia diferente y aún así, nadie podría vivir lo que allí vivió quien lo escriba.

De modo que no voy a contar cada día, cada etapa, con las horas que caminé o los puntos a los que llegué, o cómo se llamaban las ruinas que visité, intentaré transmitir lo que yo viví.

 Después de 6 meses organizando este viaje, al fin llegó el día, los nervios están ahí, en mi barriguita, pero están bajo control, creo que el miedo los supera, no sé si seré capaz de hacerlo, y es ahora cuando empiezo a pensar, qué pasará si no soy capaz, no puedo retroceder…los que ya lo han hecho antes dicen que es cuestión de la cabeza, que hay dominar los pensamientos negativos y no dejar que eso te paralice, así que decido pensar así, “¿soy un hombre o un ratón?” vale, una rata, pero con fortaleza de Titán, así que allá voy.

Los preparativos previos al comienzo del camino ya me aceleran el pulso y hacen que me acuerde muuucho más de todos aquellos que no me acompañan en esta andadura, y que me encantaría que estuvieran a mi lado.

Aquí hace calor, hay que despojarse de la ropa de abrigo que llevábamos a primera hora de la mañana cuando salimos de Cusco, protector solar, gorra, mochila ajustada, todo está en orden.

Mientras los porteadores, mi héroes de esta aventura, se preparan, llenan sus mochilas con sacos de dormir, “matras” (esterillas), y mochilas de algunos viajeros que han pagado por que les lleven sus bártulos.
 

 Desde este mismo momento empiezo a admirar a estas personas.

El primer día del camino es más o menos llevadero, los porteadores hacen que nuestra a los campamentos sea lo más confortable posible, en el día ellos montan dos campamentos, el primero a la hora del “lunch” sobre las 12:30 este lo desmontan  para adelantarnos en el camino y montar el segundo, a nuestra llegada a este punto ya están montadas las tiendas donde dormiremos, la carpa-salón comedor, y la cocina, además tenemos agua caliente para lavarnos, ya que no hay SSHH* ni de ningún otro tipo.

*servicios higiénicos, es una manera fina que tienen aquí para denominar a cualquier tipo de WC público, aunque lo de higiénico dista generalmente muchísimo de la realidad.


A las 17:00 nos preparan “el té de las cinco” y más tarde a las 19:00 la cena, se levantan temprano para tener el desayuno listo a las 5:30, limpian, recogen, desmontan todo y nos adelantan corriendo, con sus sacos a la espalda de más de 25 Kilos, que aunque dicen que está regulado, nos comentan que sigue habiendo muchas ilegalidades en torno a los porteadores. Llegan al siguiente punto y todo está listo para nuestra llegada.

Esto cada día.

Y desde que veo esto yo no puedo dejar de pensar en lo duro que es esto que hacen. Hablando con personas que conocen bien este duro trabajo, durante el camino les pregunto si esto es su trabajo, cuántas familias viven de esto, y me cuentan que muchas, que es un dinero extra,.

Y me pregunto dónde termina el trabajo y donde empieza la esclavitud, por que en teoría, cada grupo debe llevar un porteador por persona más cuatro extras, por si alguien en un momento determinado quiere que lleven su mochila, esto sin contar con los porteadores personales que cada uno haya solicitado antes de empezar el camino, de manera que en el grupo que viajo, de 8 personas de las cuales seis tiene porteador personal, tendría que haber 14 porteadores, más los cuatro extra, pero con nosotros solo viajan 13.

En los cuatro días no he visto en ellos ni una sola cara de mal humor, al contrario, mostrando amabilidad, y una sonrisa. Se sientan a parte del grupo, comen aparte del grupo y duermen al raso.
No puedo soportar estar sentada mirando cómo trabajan, el guía me dice que es su trabajo, que intentan hacer todo lo posible por que el “pasajero” así nos llaman, esté cómodo, pero…yo no he venido para estar cómoda, no me hace falta la mesa puesta y que me retiren el plato, lo puedo lavar yo, le digo, pero me mira extrañado.

Me cuenta que hace unos años, el que quería hacer este camino debía portar su propio material, su tienda, su comida, sus trastos, pero ahora todo ha cambiado, y gracias a eso esta gente tiene un ingreso extra, intenta convencerme para que no lo vea como algo malo.

Yo comprendo que es un ingreso extra, pero le pregunto: y por qué no montan campamentos fijos, y que estas personas se encarguen de gestionarlo, de abastecerlo de alimentos o lo que sea necesario durante todo el año, de esa forma también habría empleo, no?

Al parecer esto no es tan sencillo, claro, habría que contar con el apoyo de agencias, gobierno, etc, y nadie está por la labor, todos quieren ganar más dinero, y las agencias justifican gran parte del dinero que cobran al turista como gastos de los porteadores, todas presumen de actuar conforme a la ley, sin abusos ni explotación, pero de verdad, cuando uno lo ve en directo, todas estas palabrerías se quedan tan lejos.


Y como decía al principio cada uno de nosotros hace este camino con sus pensamientos, es muy duro, especialmente el “primer paso” la subida a los 4.215m ese día no puedes hablar, solo te concentras en dar un paso más, y en mi cabeza y en mi corazón están los porteadores.

 Me cuesta moverme, me acuerdo de las tortugas gigantes de galápagos, creo que mis movimientos allí arriba las aburrirían incluso a ellas, cada vez que tengo que subir un peldaño más me parece que tardo siglos, me aferro a mi bastón de madera, es una pierna más cuando subo y un abrazo para agarrarme en las bajadas, que también son duras y difíciles. Cuando alcanzo la cima no puedo evitar que las lágrimas se asomen a mis pequeños ojos, la emoción es tan grande como el esfuerzo que supone llegar allí.

Me tomo unos minutos para contemplar las montañas, tan altas, tan imponentes, tan bonitas y tan diferentes, erosionadas por el tiempo, han sufrido las sacudidas de terremotos y son testigos de la historia que en estos cuatro días quiero recorrer y de la que tengo mucho que aprender.

Hace mucho frío, así que comienzo el descenso, durante dos horas, de nuevo el bastón de madera que compré por dos soles al comienzo del camino, es mi aliado.

 El día termina como estaba  previsto, cansancio, pero emoción, porque es un día menos lo que me separa del “apu”, la montaña sagrada de Machu Picchu.


Me despierto el tercer día con mucha emoción, será largo, caminaré cerca de 9 horas pero al final de la jornada me separarán tan solo tres horas de mi sueño. Creo que eso nos mueve a todos hoy.

Esta jornada hace mis rodillas se resientan, pasamos el segundo y tercer paso, que aunque son difíciles, no son tan duros como el primero, la mayor dificultad de este día son las largas y prolongadas bajadas, en escaleras desiguales, muy altas, otras veces por un camino empedrado bastante empinado que es mejor bajar corriendo,  de esta manera ms rodillas se quejan menos, aún así este día llego a la tienda agotada. Ya solo quedan unas horas.

Nos levantaremos a las 3:00 am para pasar el último punto de control, y solo una hora y media después, corriendo, movida más por la emoción que por las pocas fuerzas físicas que me quedan, avanzo lo más rápido que mis pulmones y mi corazón me lo permiten, el día está muy nublado, mi linterna va marcando el sendero, bonito, un paisaje verde y selvático, no sé cuando aparecerá la “puerta del sol” Inti punku, desde donde los mensajeros entraban en Machu Picchu, empiezo a sentir mi corazón cada  vez más fuerte, me acuerdo de mucha gente ahora mismo, quiero compartir con ellos esta emoción,  ya ha amanecido, pero aun no puedo ver nada, sé que está ahí, lo siento, está debajo de mi, pero estoy por encima de las nubes y la niebla y no veo nada, que desesperación, que frustración, mi cuerpo empieza a flojear, sacó fuerzas donde no había pero ahora no veo nada…

Me paro, respiro profundamente, me siento y espero a que las nubes me den mi regalo, poco a poco empieza a parecer frente a mí, imponente, gigante, la montaña “Machu Picchu” a la izquierda tímidamente se asoma el “huaynapichu” y muy lentamente, como si se despertara de un profundo sueño, emerge como de la nada la “ciudadela de  Machu Picchu”, enorme, silenciosa, y testigo de la historia, de la increíble historia que los españoles no supimos conservar, testigo de una cultura fascinante que los españoles arrancamos de raíz, sin conservar ni un ápice de lo que allí sucedió y que solo nos llega como retazos de aquellos que quisieron preservar la memoria de sus antepasados, Garcilaso de la Vega……..

Una cultura que venera a la tierra, al sol, la luna, las estrellas, que son quienes nos dan la vida y a quien hay que darles cada día gracias, una cultura de respeto por la “pachamama”, la madre tierra, algo que está muy lejos de lo que hoy vivimos.


Aquí arriba, quiero ser INCA.

Mi camino está dedicado a todos esos que cada día hacen este duro “trabajo” de porteadores y se quedan a las puertas, 300 porteadores y 200 viajeros llegan a la Puerta del sol, pero muchos de esos 300 que han estado con nosotros en estos cuatro días,  nunca han cruzado el Intipuktu, no ha pisado la ciudad sagrada, y sin embargo entregan sus fuerzas para que otros visiten esta maravilla, que forma parte de su historia, de su vida, de su identidad, robada hace miles de años por los bárbaros conquistadores Españoles.



 













No hay comentarios:

Publicar un comentario